domingo, 19 de julio de 2015

La mañana

¿Y qué pasa si empezamos a abrir los ojos, a desperezarnos, a notar la luz del sol? Al principio molesta hasta que te acostumbras, lo mismo que nos acostumbramos a la oscuridad.

Podemos intentar a despertar tomando poco a poco conciencia de que estamos aquí, de que hoy es hoy y ya es muy tarde para seguir obviando que la mañana está golpeando fuerte la ventana con sus sonidos, su energía, su luz y ya ni siquiera apetece seguir en la cama.

Era necesario ese momento de oscuridad, pero ahora, lo que ahora prima, es el seguir el ritmo de la vida que hay a nuestro alrededor.

Y es que ahora hasta puedo oler flores que ni me paraba a oler, comidas, viajes, películas...
Parece que la noche duró más de lo esperado, pero como la vida no espera, aquí estoy, intentando hacerme cada vez más a este nuevo día... Con calma y disfrutando.

Con la certeza de que vendrán más noches.

Con la esperanza de que a cada noche le seguirá una mañana.

sábado, 24 de enero de 2015

Para salir del paso

Para salir del paso, primero tienes que llevarte tus recuerdos, irte por donde has venido de una forma tan sutil pero rotunda que no quede nada de todo y que sea sin darnos cuenta.
Como el esparadrapo tras la vacuna  que te quitas muy delicadamente para no hacerte daño... por lo menos yo prefiero eso al tirón.

Para salir del paso, ve acostumbrándome a la falta de caricias, que llegue un punto que más me sobren que me falten.
Ve acostumbrándome a la rabia y a la impotencia, para que cuando solo quede dolor, no me parezca tan terrible.
Ve haciendo más tenue tu figura, tu recuerdo y tu importancia, quiero poder recordar que yo ya era yo antes de ti.
Sé tan bien como tú que ninguno quedó igual después del paso del invierno... Este invierno que empieza a hacerse eterno.

Para salir del paso, acostumbra a mi sombra a vagar sin tu sombra, que no pasa nada, que antes ya caminaba, que tus pasos le dieron fuerza, pero no iniciaron su camino, hazle ver todo esto, aunque sólo sea para salir del paso.

martes, 13 de enero de 2015

Mi campo de trigo

Tú y yo sabíamos de sobra qué iba a pasar y nos arriesgamos.
Supimos desde siempre que en el primer cambio de suerte nos quedaríamos sin nada...de tanto que creamos.
Nos arriesgamos a vivir mientras se pudiera y mientras se pudo, fue mágico.

Pero finalmente paso, nos cogió de imprevisto , un imprevisto que sin ser del todo conscientes, se lleva esperando desde hace años.

Y el golpe es doloroso, y seco y amargo, como si hubiera sido sin previo aviso, como si fuera la primera y última noticia que teníamos de él, o puede que realmente fuera así, la primera noticia de que te perdía, porque a veces los oídos no escuchan ni la cabeza comprende lo que el corazón no es capaz de asimilar.

Te vas. Me quedo. Muchos quedamos. Intentando montar el puzzle de cómo y por qué te vas, pretendiendo con la lógica hacer menos duro lo que a grandes rasgos es un abismo emocional . ¿Y ahora qué? Ahora a seguir como si nada hubiera pasado, como si nunca hubieras pasado por mi camino ni yo por el tuyo...

         ... Eso es demoledor cuando alguien importa demasiado. Demoledor e imposible.

Nos la jugamos hasta que tocó perder y no cualquier cosa, me tocó perderte a ti. Nos tocó la pérdida de tu presencia, pero con el tiempo conseguimos mucho al haber apostado tanto: ganamos tu recuerdo.

Como en el cuento de "El Principito", cuando El Principito domestica al zorro, solo que no hemos ganado simplemente el color del trigo, hemos ganado tu risa y tu llanto, esas noches que no acababan y esa manera de hacer fácil lo tremendamente complicado, hemos ganado tu orgullo y tu dulzura, tu enfado y tu perdón, hemos ganado lo que significa dar amor hasta que
te descubres dando más de lo que creías tener.

Hemos ganado tanto que la pérdida se hace más liviana porque sigues presente en mí y en mucha gente y eso nada lo puede impedir. Ni siquiera la muerte.

Hasta la próxima vez que nuestras almas vuelvan a coincidir y pueda devolverte todo lo que nos diste a mi y a tantos, mi amiga y compañera: mi madre.